Es hora de un poco de reconocimiento
«Mi convention bureau no me aporta nada”. ¿Cuántas veces hemos oído esta frase? Pues si bien hay cosas mejorables en nuestros convention bureaus, quizás es hora de hacer también justicia a este actor cuyo mérito en el éxito de nuestro país en meetings & events no es siempre reconocido, pero es sin duda real. Nos gusta pedir; nos gusta quejarnos; nos gusta pensar que trabajamos bien y que los otros mal; pero tomemos un poco de tiempo para reconocer a este actor que en muchos casos, hace mucho para este sector. Carta abierta al mundo MICE español…
World ATM Congress, agradece el papel del convention bureau en traerles a Madrid
Tomemos solo unos ejemplos… He participado en la última semana en dos eventos en destinos españoles. Granada ha acogido el mundillo europeo de meetings & events siendo la host city de EMEC, la conferencia europea de MPI. Montaron un programa con visita privada de la alucinante Alhambra, cena de bienvenida llena de pasión, gymkhana gastronómica por la ciudad, gastronomía impresionante (sobre todo para guiris que habían comida sándwiches daneses el año pasado…). Pero sobre destacó la dedicación y la pasión del equipo local, con el convention bureau a la cabeza. Un currazo para posicionar Granada y traerle futuros eventos. De hecho era la segunda vez en 10 años (el Málaga Convention Bureau había hecho lo mismo con éxito hace unos años). Solo en España hemos tenido dos convention bureaus que han luchado por acoger este evento en la última década. Y conseguir estos eventos supone meses de trabajo, fines de semana y noches.
Otro ejemplo: vuelvo de la asamblea de Spain DMC en Girona. Hemos vivido una cena en un monasterio del siglo XII, con por primera vez, castellers dentro del monasterio, en una experiencia impactante; gymkhana cultural por la ciudad, viviendo Juego de Tronos; cena en Mas Marroch de los hermanos Roca; jornada de formación en el palacio de congresos. Y como en Granada, el trabajo de preparación y el fin de semana de todo el equipo del convention bureau y la movilización de sus asociados, con la misma pasión y hospitalidad. Otro currazo.
¿Otros ejemplos? El éxito del Mobile World Congress y su continuidad en Barcelona supone (también) una labor impresionante del convention bureau. Y cuando entrevistamos a la directora de la Sociedad Europea de Cardiología, nos habló maravillas del BCB. Y para ir a Madrid, la vuelta del gigante congreso ESMO esta primavera se debe entre otros factores a la gran labor de su convention bureau, de hecho hablamos con los responsables tanto de ESMO como de ATM (congreso de Air Traffic Management), y vimos adeptos del trabajo del MCB.
Esto no pretende ser exhaustivo, sino que son unos pocos ejemplos entre muchos. El trabajo que hay detrás de traer eventos de 15, 20, 30.000 delegados (y también de unos cientos, a veces) es impresionante. Y, seamos francos (empezando con Grupo eventoplus), se ha reconocido demasiado poco esta gran labor.
Siguiendo un viejo vicio del ser humano, solemos pensar que trabajamos bien, que los méritos son nuestros y las culpas son de otros. Que captamos el evento sin ayuda del convention bureau. ¿Quizás las decenas de acciones, fam trips, promoción, presencias en ferias, etc. que hace el convention bureau explican en cierta parte el éxito de nuestro país en MICE? Seguro que tu convention bureau estará encantado de enseñarte su calendario de acciones. Y no olvidemos que muchas acciones del convention bureau no consisten en traer eventos sino en generar interés, asegurar que se incluya el destino en el proceso de bid, y por tanto son difíciles de medir.
Finalmente, recordemos que trabajan con limitaciones (políticas, condiciones laborales de sus plantillas…) que la empresa privada no tiene. Así que mejoremos lo que hay que mejorar, pero quizás tenemos que dar las gracias a los convention bureaus por el éxito de nuestro país en MICE (con a la cabeza, dos ciudades en el top10 de ICCA desde hace varios años, pero también muchos otros destinos hoy muy posicionados y en general todo un país que capta muchos eventos).
Por Eric Mottard